Cuentos

Cuentos

ACTITUD

En una ocasión, le preguntaron a una persona que había tenido un grave accidente: “¿cómo puede ser tan positivo, tras haber perdido las piernas?”, a lo que él respondió: “¿cómo pueden ustedes ser tan negativos teniendo las suyas?”.

Del libro: Pleno

HONESTIDAD VS INTEGRIDAD

Una pareja que estaba alojada en un hotel pidió pizza. Al momento de recibirla, se percataron de que dentro de la caja venía un sobre pegado, y al abrirlo encontraron 1000 dólares. Ella se emocionó: ¡vamos de compras!. Mientras que él, sensato, tomó el sobre y dijo: “este dinero no es nuestro”. Se vistió y se dirigió a la pizzería. Al llegar, preguntó por el gerente, quien al ver el sobre y con los ojos llenos de lágrimas, comentó: “He ahorrado todo el año para comprar los regalos de Navidad de mis hijos, mi escondite era una caja de pizza que tenía detrás de mi escritorio. Hoy vendimos tanto que alguien la tomó y se la llevó a ustedes”.

Como muestra de agradecimiento, el gerente le propuso tomarse una foto y subirla a sus redes sociales para decirle al mundo que todavía existe gente honesta en nuestro país. Sorprendido, nuestro protagonista exclamó: “de ninguna manera, ni se te ocurra tomar una foto”. “¿Por qué?”, preguntó el gerente. “Porque la mujer con la que estoy en el hotel no es mi esposa”.

Esta es precisamente, la diferencia entre honestidad e integridad. La honestidad son las acciones que haces hace fuera; lo que hago, lo que digo, mis actos públicos. Integridad es hacer lo correcto aun cuando nadie te observe; lo que soy, lo que pienso y mis actos privados.

Del libro: Pleno

VALORAR LO QUE TIENES

Un genio tomó forma de mendigo y le dijo a un zapatero:

  • Hermano, hace tiempo que no como y me siento muy cansado, aunque no tengo ni una sola moneda quisiera pedirte que me arreglaran mis sandalias para poder caminar.
  • ¡ yo soy muy pobre y ya estoy cansado de todo el mundo que viene a pedir pero nadie quiere dar! Dijo el zapatero.

El genio le ofreció entonces lo que él quisiera.

  • ¿Dinero inclusive?- preguntó el tendero.

El genio respondió:

  • Yo puedo darte 10 millones, pero a cambio de tus piernas.
  • ¿Para qué quiero yo 10 millones si no voy a poder caminar, bailar ni moverme libremente?- dijo el zapatero.

Entonces el genio replicó:

  • Está bien, te podría dar 100 millones, a cambio de tus brazos.

El zapatero respondió:

  • ¿ Para qué quiero yo 100 millones si no voy a poder comer solo, trabajar o jugar con mis hijos?

Entonces el genio le ofreció:

  • En ese caso, te puedo dar 1000 millones a cambio de tus ojos.

El zapatero respondió asustado:

  • ¿Para qué me sirven 1000 millones si no voy a poder ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?

Entonces el genio le dijo:

  • ¡Ah, hermano mío, ya ves que fortuna tienes y no te das cuenta!

CENTRARSE

Un joven hindú se bañaba un día en las aguas del Ganges. Estaba allí con su maestro, al cual había preguntado en muchas ocasiones qué tenía que hacer para conseguir lo que quisiera. El sabio lo había explicado que no podría conseguirlo solo con la voluntad: era necesario hacer intervenir al corazón y al alma. Como el joven no comprendía muy bien el significado de sus palabras, el maestro tuvo una idea interesante. Hundió la cabeza de su discípulo bajo el agua y la mantuvo así durante un tiempo. Cuando el adolescente comenzó a sofocarse, le liberó.

Mientras el joven se recuperaba, el maestro le preguntó.

-¿ Qué es lo que más deseabas en el mundo cuando estabas con la cabeza bajo el agua?

– ¡ Aire, solo aire!- respondió el discípulo.

El maestro le dijo entonces:

-Podrás conseguir lo que deseas y anhelas con todas tus fuerzas y solo deseas conseguir ese objetivo. En resumen, tienes que sentir lo que deseas con una necesidad y una emoción parecidas a las que sentiste cuando, estando bajo el agua, lo único que te importaba del mundo era respirar inmediatamente.

TU GRANO DE ARENA

Había una vez un escritor que vivía en una playa tranquila, junto a un pueblo de pescadores. Todas las mañanas caminaba por la orilla del mar para inspirarse y durante las tardes se quedaba en casa, escribiendo.

Un día, caminando por la playa, divisó un bulto que daba la impresión de bailar. Al aproximarse vio que se trataba de un joven que recogía las estrellas de mar que estaban en la playa, una por una, y las devolvía al océano.

– ¿ Por qué haces esto?- preguntó el escritor.

– ¿ No se da cuenta?- replicó el joven-. La marea está baja y el sol brilla. Las estrellas se secarán y morirán, si se quedan aquí en la arena.

– Joven, existen miles de kilómetros de costa en este mundo, y centenares de miles de estrellas de mar desparramadas por las playas. ¿ qué consigue con eso? Usted solo devuelve unas pocas al océano. De cualquier manera, la mayoría morirán.

El joven cogió otra estrella de la arena, la arrojó de vuelta al océano, miró hacia el escritor y dijo:

-Para esta, ya he conseguido algo.

LA RESPUESTA ESTÁ EN TI

En una ciudad de Grecia vivía un sabio, famoso por tener respuesta para todas las preguntas. Un día un adolescente, conversando con un amigo, dijo:

  • Creo que sé cómo engañar al sabio. Voy a llevarle un pájaro en la mano y le preguntaré si está vivo o está muerto. Si dice que está vivo, lo apretaré, y una vez muerto lo dejaré caer al suelo; si dice que está muerto, abriré la mano y lo dejaré volar.

El joven llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta:

  •  sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿ está vivo o muerto?

El sabio miró al joven y le dijo

  • Muchacho, la respuesta está en tus manos

PENSAR

Un grupo de niños australianos hacían siempre la misma broma al más pequeño de todos. Le enseñaban dos monedas, una más grande( de 1 dólar australiano) y otra más pequeña (de 2 dólares) y le decían que eligiera una de ellas para quedársela. El pequeño siempre elegía la más grande(de menor valor), lo que provocaba la risa de los otros.

Cierto día, una persona mayor que paseaba por el parque donde jugaban observó la escena y vio cómo el pequeño elegía la de menor valor, pero mayor tamaño, y se quedaba con ella. Al ver cómo los demás se reían de él, le llamó para aleccionarle:

  • Mira hijo- le comentó- cada vez que te enseñen unas monedas y te den a elegir, debes tener en cuenta el valor que tienen y no solo el tamaño. De las dos que te han mostrado has cogido la más grande, supongo porque has creído que era la de mayor valor; sin embargo, es la más pequeña la que mayor valor tiene.

El niño le escuchó atentamente y le contestó:

  • Muchas gracias, señor. Le agradezco su consejo, pero ¿ si hubiera cogido la de más valor el primer día, cuántas veces me habrían dejado elegir? Probablemente, no habría ganado todos los dólares que me ha dado este juego.

COMPETITIVIDAD

Dos directivos iban por la selva y se encontraron con un león. Uno de los dos se dispuso rápidamente a cambiar sus botas por unas zapatillas deportivas y su compañero le dijo:

  • ¿para qué te pones las zapatillas si es imposible que corras más que el león que nos va a comer igual?

El otro le contestó:

  • Me pongo zapatillas simplemente para correr más que tú

EL EGO

Un científico había descubierto el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción. Un día se enteró de que andaba buscándole el ángel de la muerte, y creo doce copias de sí mismo.

El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo. Sin embargo, como era un experto en la naturaleza humana, regresó al poco tiempo y le dijo a científico:

  • Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo; sin embargo he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto.

El científico, enojado, de un salto y espetó:

  • ¡imposible! ¿Dónde está el defecto?
  • Justamente aquí- respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo-. Todo lo que hace falta para dejar al descubierto luego el ego es una palabra de adulación o de crítica.

CUANDO LA VIDA TE SACUDE



Vas caminando con tu taza de café, y de repente alguien pasa, te empuja y hace que se te derrame el café por todas partes…

– ¿Por qué se te derramó el café?
– Porque alguien me empujó

Respuesta equivocada:
Derramaste el café porque tenías café en la taza, si hubiera sido té…hubieras derramado té.
Lo que tengas en la taza… es lo que se va a derramar.
Por lo tanto… cuando la vida te sacude (qué seguro pasará) lo que sea que tengas dentro de ti, vas a derramar.
Puedes ir por la vida fingiendo que tu taza está llena de virtudes, pero cuando la vida te empuje vas a derramar lo que en realidad tengas en tu interior.

Eventualmente sale la verdad a la luz.
Así que habrá que preguntarse a uno mismo:
¿Qué hay en mi taza?
Cuando la vida se ponga difícil ¿qué voy a derramar? ¿Alegría, agradecimiento, paz, bondad, humildad? ¿O amargura, palabras o reacciones duras?
¡Tú eliges!

Ahora… trabaja en llenar tu taza con gratitud, perdón, alegría, palabras positivas y amables, generosidad y amor para los demás.
De lo que esté llena tu taza, tú eres el responsable.
Y mira que la vida sacude, sacude más veces de las que puedes imaginar!
Autor: Anónimo


EL LEÑADOR

Se cuenta que, una vez, llegó un nuevo leñador a un pueblo de Canadá e hizo amistad con 1 de los más veteranos de la comarca. Un día, comentó con 1 de ellos:

  • Tiene usted una buena hacha.
  • Sí, señor- contestó el leñador-. Tiene más de 50 años. La tenía ya cuando era chaval.
  • Pues viéndola no parece tan vieja.
  • Verá usted- respondió el veterano-. Es que he cambiado la cabeza cuatro veces y le he puesto seis mangos nuevos desde entonces; pero, aparte de esto, es exactamente la misma hacha.

Del libro: patologías en las organizaciones

LOS CUIDADORES DE FLORES DEL ZAR

Un buen día, un zar visitó uno de sus antiguos palacios y se encontró con un guardia en la entrada. Le preguntó qué hacía y este le explicó que estaba vigilando los parterres de flores. El zar se sorprendió por la respuesta, puesto que no había ni una sola flor en la zona y los parterres estaban secos. Empezó entonces a indagar.

Se enteró de que generaciones antes había habido un parterre con flores que había plantado una zarina a la que le gustaban mucho. En aquella época, los animales corrían por el jardín y pisoteaban las flores, motivo por el cual la zarina hizo montar una guardia de veinticuatro horas para vigilarlo.

Pasaron los años y la zarina murió. Nadie más se ocupó de esos parterres y las flores no volvieron a brotar. Sin embargo, seguía existiendo la figura del guardián del parterre, posición que mantenían año tras año, incluso sin haber flores.

Del libro: La invención de la bicicleta